El diseño, tal y como está mayormente entendido, tiene como característica principal ser el medio para solucionar un problema. El diseño como problem solving. El buen diseño es aquel diseño que desaparece en favor de la solución del problema. Esta concepción del diseño me resulta conflictiva. Y aunque puede que si hablo de dispositivos analógicos el grado de conflicto sea reducido, cuando se trata de dispositivos digitales conectados a Internet, el grado de conflicto se dispara. Cuando uso dispositivos digitales que se conectan a Internet se registran gran cantidad de datos personales, los cuales un tercero utilizará para usos que no son por los que estaba utilizando esos dispositivos digitales. Existe un aprovechamiento del cual no me estoy dando cuenta. A través de la idea de que el buen diseño desaparece, se diseña velando esas intenciones de un tercero. El diseño no trata de hacer que una aplicación de Red Social conecte de manera más fácil a personas o que su uso sea sencillo, sino perpetuar el uso de esa aplicación y además, seguir recopilando datos para una empresa.
Hace no tanto estuve trabajando en un estudio de interacción. De interacción es como se autodenominan los estudios centrados en el diseño de interfaces y experiencia de usuario, o como ellos dicen, UI & UX design. Si aprendí algo de ese estudio fue que el diseño, más que una medio para la innovación o para la transformación del usuario, es un medio de manipulación a través de la cual los usuarios, estudiados al milímetro, son guiados por caminos que dejan poco margen a la exploración libre. Una de las características principales cuando trabajas en UI son los affordance. Los affordance son lo que potencialmente percibimos de los elementos, aquello que nos ofrecen. De esta manera, un botón que no parece un botón —no parece clicable— es algo que debíamos considerar mal diseñado, porque hace que el usuario se confunda y deje de realizar esa acción. Este razonamiento sencillo es el más aceptado, tanto en la profesión como en la academia, donde demasiadas veces se enseñan principios en esta vía y se califican proyectos a partir de estos. Pero este modo de diseñar, resaltando y escondiendo acciones, supone entender que el diseño está al servicio del consumo únicamente. Ese buen diseño supone una constricción de posibles acciones, limita enormemente la exploración libre y elimina la autocompresión de los espacios digitales de los usuarios.
En el contexto capitalista en el que nos encontramos, un buen diseño es aquel que lleva a los usuarios a donde el propietario de la web quiere. El diseño no es más que un mero facilitador de consumo y cada vez, de una manera más sutil.
Diseño honesto y diseño discreto. En diseño de objetos y mobiliario es relativamente común hablar de estos dos principios. El diseño honesto es aquel que, a través de su apariencia y sus prestaciones es coherente con lo que el usuario espera de él y lo que dice ser. El usuario puede entender cómo ha sido creado, cómo funciona y cuál es su materialidad. No hay trampantojo; una construcción que identificamos como silla y que se construye a partir de tablones de madera con encajes y en la que solo vemos esa madera y esos encajes sería un ejemplo de diseño de mobiliario honesto.El diseño discreto afirma que el diseño ha de ser neutro y pasar desapercibido: “Good design is unobtrusive. Products fulfilling a purpose are like tools. They are neither decorative objects nor works of art. Their design should therefore be both neutral and restrained, to leave room for the user’s self-expression.” (Dieter Rams, 1970).
Si bien este segundo principio es el más extendido en la práctica del diseño digital, es uno de los mayores puntos de conflicto para mí, ya sea la disciplina digital o en la del diseño gráfico de manera amplia.Cuando el diseño pasa desapercibido, no es solo el diseño el que pasa desapercibido, sino también la intencionalidad que reside detrás de él.
En diseño digital, nuestro acceso suele limitarse a la capa visual. Un sitio web es una construcción de lenguajes, códigos, servidores y arquitectura de páginas dispuestas usando estudios que optimicen el consumo: el tiempo en el que permanecemos en una página, a través de qué tipología de dispositivos accedemos, el affordance de los elementos, flujos de movimiento, etc. Todas estas intenciones quedan veladas por el diseño gráfico, por el diseño discreto. Y cuando algo no es como lo esperamos, cuando algo no es una vez más lo óptimo, nos parece que es un mal diseño pero, ¿no podría el buen diseño ser ese momento en el que somos conscientes del propio diseño y podemos llegar a ver más allá de lo preestablecido?.
Entender por buen diseño el que permite la exploración por parte de los usuarios y no dispone informaciones de maneras rígidas y con intenciones secundarias ajenas a ellos. El buen diseño como posibilitador de nuevas relaciones entre informaciones, contenido y usuarios, más allá de la eficiencia para el consumo.
Buen diseño y gran diseño. Una charla con diseñadoras.
lo sublime del scroll